Sandra Várez, X Premio San Juan Pablo II de Comunicación, es «un ejemplo de fidelidad escrupulosa a la verdad, pasión y creatividad en el enfoque, y sensibilidad social y religiosa en el análisis de su trabajo». El presidente de la Fundación Crónica Blanca, Manuel María Bru, habla de la premiada y de cómo san Juan Pablo II nos dejó un preclaro magisterio comunicativo que se ve reflejado en el trabajo de la periodista
«Al hacerse hoy entrega a Sandra Várez del X Premio San Juan Pablo II de Comunicación, se premia a esta gran periodista por su ejemplo de fidelidad escrupulosa a la verdad, pasión y creatividad en el enfoque, y sensibilidad social y religiosa en el análisis de su trabajo. Pero con ella se le vuelve a hacer, ya por décima ocasión, un homenaje al sucesor de Pedro en cuyo testimonio y magisterio comunicativo se ve reflejado el ejemplo de cada uno de los reconocidos por este premio de la Fundación Crónica Blanca. Tres giros, me atrevería a decir copernicanos, dio el santo Papa Magno a la mirada eclesial sobre la comunicación social.
El primer giro fue el del modo de relacionarse la Iglesia, a través de su cabeza visible, con el mundo de la comunicación social, que no son solo los medios, sino sus profesionales, sus usuarios vistos desde la perspectiva de receptores activos, y la cultura mediática que nos implica a todos en la sociedad de la Información. San Juan Pablo II fue el primer Papa en hacer ruedas de prensa sin papeles en el avión que lo llevó por todo el mundo, el primero en dejarse hacer libros-entrevista, y sobre todo el primero en asumir sin cortapisas que su imagen era requerida en la era mediática como imagen corporativa de la Iglesia, como parte de su humilde servicio, ya que como concluía una tesis doctoral realizada en EEUU en los años 90, se descubrió como el más telegénico de entre los líderes internacionales de su tiempo, precisamente porque aunque la cámara lo siguiese por doquier, “él no seguía nunca a la cámara”.
El segundo giro fue el del modo de establecer una mirada crítica y profética sobre el entramado mediático en general y sus diversos procesos concretos. Para él ya no valía eso de que los medios son neutros éticamente frente a la sola responsabilidad de emisores y receptores. Para él la formación paulatina de convencionales estructuras comunicativas (empresariales, técnicas, lingüísticas, estilísticas, etc…) eran susceptibles de revisión y de mejora, ya que más allá de la responsabilidad puntual de quienes se comunican a través de ellas, pueden ser estructuras tendientes a la humanización o a la deshumanización de las sociedades a través de los usos y costumbres mediáticos. Así tanto denunció el babel del avasallamiento, el intrusismo, y el relativismo generado por algunas de estas estructuras, como defendió el Pentecostés de las oportunidades y los logros de otras muchas a favor de la comunión y el progreso de los hombres y los pueblos.
Por ejemplo él entendía que la televisión fuera, por sus características propias, un medio determinado principalmente por el entretenimiento, pero eso no significa que tenga que ser zafio. Entendía que la manipulación informativa era necesaria tanto en la selección de las noticias como en su tratamiento según los diversos medios y géneros periodísticos, pero no que esto justificase los anquilosados criterios de la agenda mediática que dejaba fuera de la información grandes ámbitos humanos, existenciales y geográficos, frente a los reducidos considerados de único interés político y económico. Cuánto sabes tú de esto, Sandra, que has visto como incluso en una televisión supuestamente católica, no rompen suficientemente las agendas informativas para ofrecer algo diferente al resto, ni se da suficientemente voz a los sin voz en un mundo técnicamente globalizado para los medios de comunicación, pero interesadamente miope y restrictivo para con sus temas recurrentes, sus enfoques y sus formatos.
El tercer giro, al fin, involucraba a la nueva evangelización, que considerando el mundo de los medios como uno de sus cinco areópagos de la misión, junto a la economía, la política, la ciencia y la cultura, establecía que la urgencia evangelizadora no estaba ya sólo ni primariamente en el uso de los medios para evangelizar, sino en la evangelización misma de la nueva cultura mediática.
Estimada Sandra: es un placer el que hoy puedas recibir este premio. He seguido tus pasos desde que eras becaria en la Delegación de Medios del Arzobispado de Madrid, en tu participación en las iniciativas de Crónica Blanca, y en tu magnífico trabajo en Popular TV primero, y en TRECE después. Y ahora me alegra muchísimo que estés trabajando en la Fundación Pablo VI, una de las instituciones más importantes de la Iglesia española, en la que mucho podrás aportar, sobre todo ahora, cuando el legado del gran Papa de la reforma conciliar va a ser declarado santo por la Iglesia. En España no siempre fue muy bien difundida su impronta y su magisterio por prejuicios políticos de la época, y sobre todo por los “conserva-duros”, como los llama monseñor Munilla, más papistas que el Papa, que se escandalizaban de Pablo VI como ahora lo hacen del Papa Francisco.
Vas a estar en tu salsa, trabajando con personas de gran valía intelectual, profesional, personal y eclesial como es María Teresa Compte. Hasta ahora te has dedicado a ejercer el periodismo social, desde la sensibilidad y el análisis de la actualidad inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia. Ahora tienes la oportunidad de promover desde el periodismo institucional este tesoro que es la doctrina social, multiplicando así el fruto de tu trabajo, que se verá reflejado en personas que en diversas profesiones y situaciones, no solo en el periodismo, podrán transformar la realidad a partir de la misma, que no deja de ser Evangelio social vivo e provocativo.
Esta misma mañana el cardenal Carlos Osoro me ha dicho que te transmita su felicitación y su agradecimiento por el buen trabajo hasta hoy desarrollado por ti en los medios, a la vez que se disculpaba por no haber podido venir esta tarde aquí debido a su convalecencia posoperatoria que le exige bastante reposo.
Estimado monseñor José Cobo: conoces muy bien esta otra fundación, la Fundación Crónica Blanca. Esta es tu casa. Te agradezco en nombre de todos los presentes que hayas hecho un hueco en tu apretada agenda, para entregar este X Premio San Juan Pablo II de Comunicación a Sandra Várez. Tú sabes mucho de los “trabajos por el Evangelio”, hechos con tesón y con ilusión, creando procesos y no sólo ocupando espacios. Pues bien, Sandra Várez es un fiel reflejo de este trabajo. Se merece que un sucesor de los apóstoles, y de su propia diócesis, le entregue este sencillísimo pero entrañable y significativo premio para una joven e incansable periodista cristiana».
Manuel María Bru